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El significado de la vida y las inversiones

Foto del escritor: Oderson MelloOderson Mello

¿Cuál es el sentido de la vida para un inversor? Esta es una pregunta que muchos se hacen, especialmente en tiempos de crisis, incertidumbre o pérdida. ¿Cómo encontrar motivación para seguir invirtiendo, buscando rentabilidad y seguridad financiera, cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor?


Chica recogiendo un libro en una biblioteca

Viktor Frankl, célebre psiquiatra y superviviente de los campos de concentración nazis, desarrolló una teoría denominada logoterapia, que se basa en la búsqueda del sentido de la vida. Para Frankl, el impulso primario del hombre es lo que él llama la "voluntad de sentido", es decir, la voluntad de descubrir el sentido de la vida. El sentido de la vida no es algo dado a priori, sino algo que se descubre. Según Frankl, el sentido de la vida está en encontrar un propósito, en responsabilizarnos de nosotros mismos y del propio ser humano. Teniendo un “porqué” claro podemos enfrentarnos a todos los “cómos”.


Pero, ¿cómo aplicar esta idea al mundo de las inversiones? ¿Cómo encontrar un propósito que nos guíe en nuestras decisiones financieras? Frankl propone algunos puntos específicos que nos pueden ayudar en esta tarea: trabajar día a día con motivación, vivir en amor y tener coraje en todo momento para enfrentar las adversidades.


Escalador celebrando en la cima de una montaña.

Trabajar día tras día con motivación significa invertir con un objetivo claro y coherente con nuestros valores y necesidades. No se trata solo de buscar el lucro por el lucro, sino de entender qué queremos lograr con nuestro dinero, ya sea la jubilación, la independencia económica, cumplir sueños, la contribución social, etc. Invertir con motivación implica también informarse, estudiar y actualizarse en el mercado financiero, buscando las mejores oportunidades y estrategias para su perfil.


Vivir en el amor significa invertir con ética, respeto y solidaridad. No se trata solo de seguir las leyes y reglas del mercado financiero, sino de tener una visión humanista y sustentable de nuestras inversiones. Esto significa evitar aplicaciones que dañen el medio ambiente, la sociedad o nosotros mismos. También significa compartir nuestros conocimientos y experiencias con otros inversores, buscando aprender y enseñar. También significa estar agradecido por nuestros resultados y reconocer nuestros errores.


Tener coraje en todo momento para enfrentar la adversidad significa invertir con resiliencia, flexibilidad y optimismo. No se trata sólo de aceptar los riesgos y pérdidas inherentes al mercado financiero, sino de saber afrontarlos de forma positiva y constructiva. Esto significa tener una adecuada planificación financiera, diversificar nuestras inversiones y tener una reserva de emergencia. También significa saber adaptar nuestras inversiones a los cambios en el escenario económico y social. Todavía significa tener esperanza en el futuro y confiar en nuestro potencial.


También podemos mencionar algunos elementos más que Viktor Frankl consideró esenciales y son completamente aplicables al acto de invertir:


Humildad: reconocer que no lo sabes todo, que puedes equivocarte, que puedes aprender de los demás y que no eres ni mejor ni peor que nadie. La humildad es la base del respeto, la cooperación y el crecimiento personal. Es la voluntad de escuchar diferentes opiniones, aceptar críticas constructivas y pedir ayuda cuando sea necesario. Es la virtud que nos impide ser arrogantes, prepotentes o soberbios en el acto de invertir.


Aceptación: aceptar la realidad tal como es, sin negarla ni huir de ella. Acepta tus límites, tus debilidades, tus emociones y tus necesidades. Aceptar los desafíos, dificultades, pérdidas y cambios inherentes al acto de invertir. Acepta que no puedes controlarlo todo, pero puedes elegir cómo reaccionar ante todo.


Gratitud: gracias por todo lo que tienes, por todo lo que has vivido, por todo lo que has aprendido y por todo lo que puedes compartir. La gratitud es fuente de alegría, generosidad y abundancia. Es la virtud que nos impide ser desagradecidos, insatisfechos o envidiosos en el acto de invertir.


Sentido del humor: saber reírse de uno mismo, de las situaciones y de las ironías de la vida. Saber ver el lado positivo y divertido de las cosas. Saber relativizar los problemas y no tomarte a ti mismo tan en serio. El sentido del humor es el antídoto contra el estrés, la angustia y el aburrimiento. Es la virtud que nos impide estar tensos o amargados en el acto de invertir.


Cultivo de la libertad interior: desarrollando tu conciencia, tu autonomía, tu creatividad y tu ética. No te dejes condicionar por opiniones ajenas, por presiones sociales o por modas inversoras. No te dejes dominar por miedos, vicios o prejuicios. No te dejes manipular por intereses, mentiras o ilusiones. Cultivar la libertad interior es afirmar tu identidad, tu dignidad y tu singularidad. Es la disposición para actuar con autonomía, responsabilidad y coherencia en el acto de invertir. Es la virtud que nos impide ser esclavos, víctimas o alienados en el acto de invertir, y de invertir como el rebaño.


Fe: confiar en tu capacidad, tu intuición, tu vocación y tu misión. Confía en que hay un significado para tu existencia, para tu viaje y para tu destino. La fe es la luz que guía tu camino. No se puede invertir sin tener fe en que algo saldrá bien, ¿verdad?


Estos son algunos de los valores o actitudes que pueden ayudarnos a encontrarle sentido al acto de invertir. No son los únicos, pero son ejemplos de cómo podemos vivir con más plenitud, libertad y trascendencia en el acto de invertir. Son invitaciones que nos hacen cuestionar nuestros valores, nuestras metas y nuestras acciones.


Invertir con sentido es un acto que puede traernos felicidad y realización. Es un acto que nos puede hacer mejores y más humanos. Es un acto que puede hacernos partícipes de la construcción de un mundo mejor y más justo.


Familia caminando por la playa.

Por lo tanto, el sentido de la vida de un inversor es algo que se construye todos los días, con cada decisión, con cada acción. Es algo que nos da fuerza, dirección y satisfacción. Es algo que nos hace crecer como personas y como inversores.





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